sábado, 4 de mayo de 2013

Estación Central - Central do Brasil



He de admitir que esta es la primera vez que veo una película brasilera en todas sus dimensiones, porque ya había tenido la oportunidad de ver el Jardinero Fiel, del director brasileño Fernando Meirelles (en donde los actores no son autóctonos). De ahí que estemos entonces ante una película 100% brasilera que a finales de la década de los noventa ganó el Oso de Oro del Festival de Berlín y tuvo dos candidaturas al Oscar, los cuales la hacen una buena opción a la hora de ver un cine distinto al convencional. Si bien sabía de su existencia y de su calidad, no había tenido ocasión de verla y la verdad es una lástima que no la haya visto antes.
Estación Central pretende a mi modo de ver tres cosas: la primera, mostrar un país: su cultura, sus problemáticas; hacer una denuncia en el fondo. La segunda, mostrar los extremos de la vida de una persona: la niñez y la vejez. Y, en tercer lugar, una búsqueda personal tanto en el anciano como en el niño.
Brasil es un gran país, un país con una variedad enorme: en el ámbito económico, social, religioso, geográfico, por mencionar quizás los más relevantes. Las escenas que nos muestra la película nos presentan una faceta del país que difícilmente nos muestran los videos promocionales, no hay imágenes de playas paradisiacas, aunque tampoco son las imágenes de las favelas. Son las imágenes del metro de Rio de Janeiro, de una parte de su zona residencial, de los pueblos del Brasil, del Brasil profundo, con sus gentes, con sus problemas, con su religiosidad, con sus fiestas.
La película pone en escena dos personajes: Dora y Josué. Dora es una mujer mayor,  amanuense de telegramas en el metro de Rio de Janeiro. Josué, un niño, que acude con su madre durante varios días a enviarle mensajes al padre de Josué. Por aquellas cosas del destino Josué queda solo, “en medio de la selva”, y su única alternativa es retornar a la casa del padre en algún lugar lejano del Brasil profundo. Los extremos de la vida se hacen presentes: la fragilidad del niño y la soledad del adulto que se unen para emprender un viaje en donde cada uno se reencontrará consigo mismo. La vida para Dora carece de poco sentido, jornada tras jornada acude a su mesa en la estación del metro y es en esa tarea títanica de encontrar al papá de Josué donde su vida cambia y recobra sentido. La vida de Josué sin nadie de su familia en Rio de Janeiro no tiene sentido, su vida cambiará cuando encuentre a su papá, luego de vivir momentos intensos al lado de Dora.
Es una fábula, es una búsqueda, la búsqueda de un país, la búsqueda de Dora y la búsqueda de Josué.  

sábado, 5 de enero de 2013

Las nieves del Kilimanjaro - Les neiges du Kilimanjaro


Cuando he contado que he visto esta película he tenido que aclarar que no hace referencia para nada al clásico del cine de 1952, protagonizada por el reconocido y gran actor Gregory Peck. De hecho para diferenciar la una de la otra lo que se ha hecho es denominar esta como “Las Nieves del Kilimanjaro de Guédiguian”, que es el director de la Película.

En medio de la crisis que en estos momentos golpea a Europa este director francés plantea una reflexión, o más bien, una fábula en torno a los problemas que se presentan en la vida cotidiana  para una familia también cotidiana. Temas importantes aparecen en la película, que la llenan de mensaje a pesar de lo poco verosímiles que para algunos puedan llegar a resultar: el desempleo, la vejez, la movilidad laboral, la inseguridad, las dificultades que se pueden presentar en una familia disfuncional, la violencia, la adolescencia y sus problemas.

Muchas veces nos encontramos ante películas que muestran las problemáticas pero no plantean soluciones. Muestran la crítica pero no las decisiones que hacen que las realidades, por duras que lleguen a ser, cambien. Este es el riesgo que corre Guédiguian: lanzarse a una posible solución, dentro de muchas posibles.

De nuevo aparece el tema de los años, de la vejez. Estamos ante un par de esposos que ante los vicios de la sociedad actual, nos presentan virtudes como la fidelidad matrimonial, el amor al trabajo, la entrega a los demás, la amistad, el amor a los hijos y, sobre todo, el perdón. Son como un corriente que va en contravía de los momentos actuales pero que gracias a su entrega y a su perseverancia nos muestran que vale la pena. El mensaje para un mundo de odios y rencores es de reconciliación.  Una reconciliación que es posible si la actitud por cambiar las cosas está de nuestro lado.

Es una película de cine independiente que afortunadamente nos llega. Su rodaje fue en Marsella, la ciudad natal de Guédiguian, lo cual permite una buena fotografía. Los actores son poco conocidos para nosotros pero se esmeran en llevar a cabo unas buenas interpretaciones y sí que lo logran: Marie-Claire la esposa de Michel, y el mismo Michel, son grandes actores que ya han estado en otros proyectos con Guédiguian. La banda sonora también es de buena factura, de hecho el nombre de la película se basa en una popular canción francesa que en algún momento de la película es interpretada por la familia de Michel y sus amigos. Es, finalmente, una película que a pesar de que en un momento dado pueda dar la sensación de tomar un rumbo trágico, toma un rumbo que no defraudará y que por el contrario pondrá a pensar a más de uno.

lunes, 31 de diciembre de 2012

The Magic of Belle Isle - The Magic of Belle Isle




Rob Reiner nos vuelve a deleitar con una buena película. Para esta ocasión acude nuevamente a los buenos oficios de Morgan Freeman, quien ya había actuado en otra película suya en 2007, The Bucket List, junto a Jack Nicholson. El tema que de alguna manera se repite en Reiner es el de la vejez y el sentido de la vida. Con una mezcla de humor y seriedad Reiner nos muestra como cuando aparentemente la vida tiene poco sentido, pueden aparecer personas o acontecimientos que hacen que el panorama inicial cambie y reaparezcan motivos insospechados para vivir.
Monte Wildhorn es un parapléjico y reconocido escritor de novelas del oeste que ha decidido pasar el verano en una casa que un amigo músico le ha prestado a un sobrino suyo, con la única condición de que cuide de su perro. Con los años y a raíz de la muerte de su esposa la convivencia con Monte se ha hecho cada vez más difícil, llegando incluso a ser insoportable, y por eso su familia quiere descansar de él, aunque sea por unos días. En la casa vecina vive Charlotte O’neil, madre separada de tres hijas pequeñas. Esta mujer y sus hijas le cambiarán la vida a Monte, y a su vez Monte les cambiará la vida.
Estamos ante una película con un alto contenido educativo. Monte es un perfecto pedagogo que tiene muchas cosas para enseñar pero pocos receptores de tanta experiencia. Una de las mayores decepciones que se presentan en los adultos mayores es pensar que el conocimiento que dan los años y la vida no vale, no interesa a los demás; idea que muchas veces es errada porque sí hay personas que los valoran. Es a partir del contacto con las personas o los animales como Monte empieza a incidir en sus vidas: el adiestramiento del perro, las clases de escritura con Finnegan (una de las hijas de Charlotte), sacar del letargo en que se encuentra a Carl, entre otros, hacen que Monte empiece a incidir de un modo positivo en la vida de los habitantes de esta localidad y, por lo tanto, que su vida tenga un nuevo sentido.
En Monte hay una evolución. Vamos de menos a más. Del viejo ogro y bebedor del comienzo al viejo querido y afable del final. Este es el mensaje para esos adultos mayores que quizás no le han encontrado un sentido a ese momento de la vida y que por el contrario se encierran en sí mismos y no se abren a los demás, a esa experiencia del contacto con el otro; a pesar de las posibles diferencias de edades y de caracteres. En esos cruces de experiencias los resultados son insospechados porque quien menos pensamos es el que más gana.
Reiner no defrauda. Freeman no defrauda. Y si bien no es una gran producción cinematográfica, sí es una historia amena, entretenida y con contenido que no decepcionará a quien la vea.         


Billy Elliot - Billy Elliot




La lucha por un ideal. Si se hiciera el ejercicio de resumir en una frase el mensaje de esta película, esta sería, para mí, la forma más adecuada.
Muy probablemente todas las personas adultas hemos pasado por la elección de la actividad que vamos a desarrollar a partir de un momento dado en nuestra vida: la elección de la Carrera o la elección de un nuevo trabajo. Pero lo que para algunos puede ser una simple decisión, para otros puede ser un poco más complejo. Recuerdo en este sentido la conversación que tuvo un hijo con su papá en torno a la Carrera que deseaba estudiar: filosofía. Obviamente las preguntas del papá no eran sencillas: y ¿de qué vas a vivir?... De vender los libros que escriba, respondió el hijo… Pues empieza rápido a escribir porque de lo contrario no te va a dar para vivir, sentenció el papá.
Es por situaciones como la anterior que no todas las decisiones sobre el futuro laboral de una persona son sencillas. Cuántas personas quizás por el miedo a confrontar a sus papás o por el qué dirán no han seguido la actividad que les apasiona, para la que quizás tienen una habilidad innata. Pues esto es lo que pasa en Billy Eliot. Billy, por esas casualidades de la vida, ha encontrado una pasión, una labor para la que tiene una destreza natural: el ballet. El problema: su familia. Hijo de un padre machista que ha enviudado y con un hermano mucho mayor que él, el tema no será fácil; más si tenemos en cuenta que tanto papá y hermano están desempleados. Pero los proyectos, como decía alguien, no salen por falta de plata sino por falta de ganas y aquí no faltan las ganas, no solamente en Billy sino en su profesora y en su amigo Michael, que buscarán superar muchas de las dificultades que puedan llegar a presentarse en el camino; que indudablemente no serán pocas.
La elección del protagonista no fue sencilla, teniendo en cuenta que se requería para este papel un niño que además de actuar supiera bailar. El seleccionado fue Jamie Bell, que desde los seis años de edad comenzó clases de danza y pertenece a una familia de bailarines. Con estos antecedentes se ganó el papel en medio de una competencia de 2000 candidatos. Así inició su vida como actor en el que, quizás hasta el momento, ha sido el mejor papel de su carrera. Su soltura para actuar y para bailar le concedieron en 2000 el premio BRAFTA a mejor actor. Resultan memorables las distintas escenas en las que muestra todo su potencial como bailarín.
Estamos entonces ante una película que no defrauda y que dejará un buen sabor después de ser vista.  


sábado, 29 de diciembre de 2012

El club de los emperadores – Emperor’s club





El club de los emperadores es una película sobre educación, pero con un enfoque  un poco distinto que la hace interesante y bien lograda. Si bien cuenta con el cliché propio de las películas de este género, el buen profesor que logra cautivar la atención de los alumnos y genera en ellos una pasión por la ciencia que enseña, El club de los emperadores logra ir más allá  involucrando a los alumnos de un modo distinto en el guión: planteando un dilema ético en torno a la honestidad.

El concurso más importante de St. Benedict, que se celebra cada año con gran pompa y majestuosidad, es sobre los emperadores romanos –de ahí el nombre de la película-. En esta ocasión uno de los tres finalistas es el joven Bell, el cual ha llegado a la contienda con un poco de ayuda por parte del profesor, el Sr. Hundert, dado el esfuerzo demostrado por su parte para participar en el concurso. Este esfuerzo y la ayuda del profesor lo llevan a la ronda final del concurso, pero es acá cuando comienzan los problemas: el Sr. Hundert descubre que el joven Bell hace trampa. Sin el apoyo de las directivas del Colegio –teniendo en cuenta que su papá es senador y gran benefactor de la institución- el Sr. Hundert decide cambiar la pregunta final, sabiendo que el Sr. Bell no tiene la respuesta, motivo por el cual pierde el concurso. El Sr. Hundert decide entonces no ponerlo en evidencia y una vez finalizado el concurso el joven Bell le reconoce al profesor, en privado, que ha hecho trampa. El Sr. Hundert ha actuado con un gran sentido pedagógico, esperando que la lección haya sido aprendida por parte del Sr. Bell.

La película nos lleva 25 años después. Los adolescentes del pasado, hoy son todos unos grandes profesionales. Bell quiere una “revancha” del concurso perdido en el pasado. En una gran mansión se reúnen todos los compañeros de la promoción, además de contar con la presencia del Sr. Hundert como moderador y juez del concurso.

Uno de los fines de la educación es, además de transmitir el conocimiento propio del área que se enseña, formar la persona que se educa. Y en esa formación de la persona que se educa poder ayudar a crecer a las personas en las virtudes propias del ser humano, de acuerdo con el carácter o la personalidad de cada uno. Puede que el Sr. Hundert sea un gran pedagogo de la civilización occidental y greco-romana, pero sabe que su labor va más allá de la trasmisión de este conocimiento, su labor es también formar en virtudes a sus alumnos. En un ambiente donde es fácil caer en una postura maquiavélica en la que el fin justifica los medios; el reconocer los errores, la integridad, los reconocimientos, las enseñanzas y el sentido de la labor pedagógica terminan cobrando sentido. Vale la pena no descansar en la lucha por formar con integridad a las personas.  

lunes, 20 de agosto de 2012

El club de la buena estrella - The Joy Luck Club


He de admitir, antes de entrar a fondo en el comentario de esta película, que siempre se me ha dificultado mucho el ver películas del lejano oriente, pero afortunadamente hay excepciones como ésta que permiten que poco a poco me reivindique con esta cultura.


Llegué a esta película gracias a un libro titulado: “La vida humana a través del cine”. Lo menciono porque esta es una de esas películas que permiten conocer a fondo la vida humana. Lo que en apariencia resulta ser una simple comida en un ambiente de familia o, por lo menos, de personas conocidas, termina llevándonos a la intimidad de cuatro mujeres y sus respectivas hijas. El ambiente alegre, festivo, que se vive en dicha reunión, esconde el dolor y el sufrimiento presente en la vida de todas y cada una de sus ocho protagonistas. Es por eso que a lo largo de la película  surge en el espectador la pregunta: ¿qué historia hay detrás de la vida de cada persona?   


Uno de los grandes logros que posee el filme está, a mi modo de ver, en la descripción que hace de algunos fenómenos culturales presentes tanto en el oriente lejano como en occidente. Las vidas de las madres, nos acercan a muchos elementos de la cultura oriental; mientras que las vidas de las hijas nos muestran algunas características propias de la cultura occidental, que es donde ellas han crecido. Lo que queda claro, es que, independientemente de la cultura en la que nos encontremos, siempre habrá dificultades que tendremos que afrontar.


No sabría decir si la forma como se presentan en la película los elementos de la cultura oriental sean correctos, pero asumiendo que así lo fueran, nos permiten conocer detalles del papel de la mujer en esta parte del mundo, muchos de ellos relacionados con la vida matrimonial: Arreglos matrimoniales a temprana edad, matrimonios con hombres machistas e infieles, el concubinato, la guerra civil o el tener que abandonar a los hijos para salvarles la vida y salvar la propia vida. Por el contrario, sí podría decir que los problemas que se plantean con las hijas, ya en occidente, son reales: competencia entre mujeres, matrimonios egoístas que no terminan prosperando, el choque entre culturas que se produce a la hora de un matrimonio con un hombre occidental, por mencionar algunos.


El papel protagónico está en las mujeres –los hombres aparecen poco- y terminamos conociendo por completo su intimidad. La riqueza del filme, por lo tanto, está en entender un poco más de ese mundo bonito, pero a la vez complejo, de la psique humana; más aún, de la psique femenina.

domingo, 29 de julio de 2012

El show de Truman - The Truman show


 
1998 es el año en el que se estrenó esta gran película. Su director, Peter Weir, ya era conocido para ese momento gracias al buen trabajo que había realizado en 1989 con “La sociedad de los poetas muertos” y en 1990 con “Matrimonio por conveniencia”. Podrá resultar curioso que siendo una película tan reconocida, hasta ahora la haya visto, pero afortunadamente son tantas las películas que hoy en día tenemos que es fácil no haber visto aún alguna de las grandes producciones cinematográficas que tiene la historia del séptimo arte.  



El show de Truman es, más que una buena película, una excelente historia. Ahora, de nada valdría tener un magnifico guión si no se tienen unos grandes actores que la lleven a cabo; cosa que no sucede en esta producción: Jim Carey se luce y nos entretiene, una vez más, haciendo un papel –el de Truman Burbank- que encaja perfectamente con su personalidad: un tipo único, con un alto contenido de buen humor, que se enfrenta a las situaciones más inverosímiles y dramáticas. Por esto, The Truman show, además de una gran historia, es un juego divertido, del cual también somos parte nosotros: somos los espectadores de los espectadores de un programa de televisión. Los que están viendo “The Truman show” no son solo las meseras, los vigilantes, las ancianas, también somos cada uno de nosotros, y por eso queremos saber qué pasa con la vida de Truman; también nosotros somos introducidos en ese juego.



Películas como “El señor de las moscas”, “El juego”, “El experimento” o “La isla”, nos plantean un dilema ético: lo que comienza siendo, aparentemente, “un experimento”, “un juego de niños”, termina convirtiéndose en una peligrosa realidad, en una situación incontrolable por parte de aquel que la maneja. Es el dilema de la realidad vs la ficción, es el dilema de la libertad vs el control, es el dilema del hombre vs Dios. Truman ha crecido en un mundo ficticio para los demás pero real para él, y por eso es posible que viva indefinidamente en ese mundo de ficción, así como también es viable que llegue a conocer el mundo de lo real. Como persona que es, Truman es inteligente, actúa con voluntad propia: es libre. Pero esa libertad está condicionada por el control que sobre él ejerce su creador, Christof. El problema surgirá entonces cuando la creatura ponga en ejercicio su libertad y el creador intente seguir controlando y transmitiendo a los televidentes su vida, asumiendo el papel de Dios sobre Truman. Es por eso que, al final, el futuro del protagonista queda en manos de su creador.